Estoy en el cuarto de baño de mi casa en Vancouver. Bueno, en Burnaby. Vivo en los suburbios y ni siquiera soy la madre de una familia con dos coches, cuatro hijos, un abono anual de clases yoga y tiempo por las tardes para salir a correr con el carro del bebé (y el bebé dentro) por la pista de atletismo que hay en el barrio. En mi caso, soy visitante, he venido para una temporada que no superará el año y convivo con dos chicos de Bangladés y uno de Vietnam. En realidad, compartimos el sótano de una casa convertido en vivienda. Arriba, en la planta principal, vive una familia brasileña compuesta por madre, padre, hija y dos perros pequeños. Y una chica sueca a la que alquilan una habitación porque se les están acabando los ahorros y no pueden trabajar porque no tienen permiso.
Estoy secándome el pelo mientras el tema que suena desde mi móvil dice: a mí me gusta cuando baja a downtown. Es la única canción de de reguetón que conozco en la que canta una mujer para hablar de placer femenino; de sexo oral, en concreto. A ella le gusta cuando él baja a downtown y él le dice: baby, sueno interesao’. No es la primera vez que la escucho, así que la canto un poco. También la bailo. Fuera está lloviendo, como casi cada día de otoño, invierno y primavera en esta ciudad y mis compañeros de casa se resguardan en sus habitaciones de las que, por otro lado, salen poco. Yo, por el contrario, me estoy alisando el pelo y pensando en que tengo que salir porque se me agota el tiempo en este lado del mundo y mejor aprovecharlo. Aunque por aprovecharlo entienda ir al mismo lugar de siempre a beber cerveza.
Ahora suena Mayores y bailo un poco mientras me sigo arreglando y me doy cuenta de que me duele un codo cuando levanto el brazo para secarme el pelo por la parte de atrás. En Madrid me siento delante de un ordenador hasta que me contracturo la espalda. En Burnaby hago cafés en una máquina de expreso hasta que me contracturo un codo. Yo no quiero un niño que no sepa nada, dice Becky G. mientras me recojo unos pocos pelos en un moño que se parece algo a una caca de perro pequeño pero que ha resultado ser mi peinado favorito en mi etapa canadiense. En Vancouver puedes salir a la calle con una caca de perro pequeño en la cabeza y no pasa nada. Me echo polvos de maquillaje en la cara con una brocha rosa que me compré en 2005 mientras sigo bailando y me doy cuenta de que se me está haciendo tarde, como siempre. Cuando entro en el cuarto de baño de esta casa en Burnaby a ducharme y arreglarme, bailo. Porque me pongo música de bailar. Y porque bailo, se me hace tarde. En el cuarto de baño de esta casa en Burnaby soy artista y no tengo prisa. Diariamente yo me curo de lo duro que fue vivir sin ti; diariamente, te lo juro. Espero que Frankie Ruiz se haya curado ya.
He elegido mis vaqueros y una camiseta negra de media manga con adorno dorado en la misma para salir. Es lo que elegí, probablemente, hace dos fines de semana y que volveré a ponerme dentro de otros dos. A Burnaby llegué con una maleta y de Burnaby me fui con una maleta. Cuantas menos cosas acumulo, más cuenta me doy de lo pocas que necesito. Me pongo el cinturón negro que me dejó mi madre una vez y nunca le devolví y que no sirve para sujetar el pantalón, sólo de adorno. El cierre tiene forma de flor y es dorado. Você é tão boa que até dá raiva. Nunca aprendí a bailar kizomba.
Me he comprado una colonia en una tienda japonesa de artículos variados y baratos que huele entre ácida y a colonia de hombre que me gusta mucho. Es un bote muy pequeño, de no muchos mililitros, y tiene un nombre que no recuerdo con certeza pero o Love o Passion o Cute o algo así. La guardo, como todos mis artículos de higiene y belleza, en una cesta gris que me compré en la tienda Dollar Tree de al lado de casa. La misma a la que fui en un par de ocasiones durante mis primeras semanas en este país a comprar Doritos y regalices de cereza para combatir el síndrome premenstrual. Me echo la colonia y me da un poco de pena que sea el último paso que tengo que dar en el baño antes de salir, porque tengo que quitar la música y dejar de bailar a solas. Criminal, cri-criminal; tu estilo, to flow, baby, muy criminal.